En marzo del 2020 comenzó un confinamiento por la pandemia del COVID19. Nadie se esperaba que tendríamos que estar encerrados en casa sin poder salir durante casi dos meses. Unos llevaban mal no poder socializar y salir a tomar algo a los bares, otros salir a ver a sus familiares. Yo echaba de menos salir a pasear por las calles de la ciudad para hacer fotografías. Fotografías urbanas, cuyos personajes principales son los habitantes de esta ciudad. No tenía ni calles ni personajes.

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Tras varios días de confinamiento y sentirme un tanto desubicada y desconcertada, me encuentro mirando un día por la ventana cómo llueve. Los cristales de mi ventana hacen de marco para la escena: una palmera y unos nubarrones de fondo. Cojo la cámara y hago la foto. Pero me falta algo. Me falta mi personaje. Ese personaje con paraguas que busco cuando estoy en la calle en un día lluvioso. Se me ocurre hacer una silueta de un hombre con paraguas con una cartulina y la coloco en la ventana. Y así comienza la historia de "Ciudad Interior", que dura lo que el confinamiento obligatorio.

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Surge de esta manera la idea de realizar una fotografía diaria en una ciudad imaginada, personal, que refleja mis inquietudes, gustos cinematográficos, personalidad. En definitiva mi mundo interior que muchas veces había tratado de reflejar en mis fotografías pero que ahora a la vez de fotografíarlo... lo crearía.

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Busco objetos en casa que me puedan ayudar a recrear un escenario. Utilizo, a modo de iluminación a contraluz flashes o las linternas que tienen incorporados los móviles, cartulinas, piedras, botellas de plástico de agua, cucharas... De repente, todos aquellos objetos que había guardado sin saber para qué  recobran un sentido.

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Películas, música, literatura, series de televisión, viajes... Todo esto me sirve de inspiración para crear una escena determinada.

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Y este fue el resultado. Unas imágenes que me hicieron viajar con la imaginación.